viernes, 27 de junio de 2008

La Condena a Yidis

En la horriblemente acuñada Yidispolítica hay mucha tela de donde cortar, por eso me limitaré a dar algunas impresiones a propósito de la condena a la ex-congresista Yidis Medina:

  • De no ser por un arrebato de honestidad, al que pongo en duda por completo, los móviles que conducen a Yidis a su auto incriminación son desconocidos y particularmente extraños al comportamiento de cualquier persona medianamente cuerda y correcta. La idea del un mal calculado chantaje al gobierno demuestra una torpeza enorme, tanto de Yidis como del gobierno ¿si tenían rabo de paja, para que exponerlo en la candela? ¿Qué habrá detrás de todo esto?
  • Sin cuestionar la resolución de la Corte Suprema, creo que la celeridad en la condena a Yidis tiene mucho que ver con ese pulso de poderes en el que se enredaron la corte y el presidente. ¿Se les habrá olvidado que se trata de un equilibrio de poderes y no de un pulso de poderes? Este enfrentamiento solamente es nocivo para el país, es más lo que se arriesga en términos de estabilidad económica y prosperidad que lo que se gana en “madurez” democrática. De igual forma, creo que la rapidez en fallar en contra de la ex congresista pone en jaque a la Fiscalía y obliga de alguna forma a Mario Iguarán a pronunciarse en contra se antiguo jefe, se le enredan las cosas a Sabas y difícilmente puede hacer lobby en la corte.
  • Se debe ser supremamente cauteloso con la interpretación del fallo de la Corte Suprema, en mi opinión hay dos caminos, el primero es considerar que permitir una modificación a la constitución fue un acto ilegítimo. El segundo camino es asumir que la presidencia de Uribe en su segundo periodo es ilegítima. No comparto esta última, al final de cuentas, fue el pueblo por medio del voto quien se pronunció mayoritariamente para permitir la continuidad de Uribe en el poder. Po medio de su fallo, la Corte Suprema abre una zona gris y plantea un problema similar al del huevo y la gallina.
  • Por segunda vez se pone en duda la legitimidad del gobierno de Uribe, la primera por cuenta de la para política, la cual supo capear y hoy es noticia vieja. Esta vez, con la yidis política (término abominable) las cosas son a otro precio y nos obliga a prepararnos a ver dos años de un gobierno similar al de Samper, una administración en función de su defensa y no de los intereses del pueblo. Para salir del problema, el presidente planteó la posibilidad de llevarnos a un referendo para ratificar la legitimidad de su mandato. Con esta salida de Uribe surgen dos problemas, el primero, es que quien aprueba este referendo es nada más y nada menos que un congreso cuestionado por su legitimidad, terminamos entonces en otro problema similar al del huevo y la gallina. El segundo y más grave problema es que continuamos en la dinámica de acomodar las normas al momento, de ajustar las reglas del juego de acuerdo con la conveniencia del ejecutivo, es aquí donde radica la ilegitimidad del gobierno, no en los fallos de lo altos tribunales.

Detrás de todo esto es obvio que se repartieron notarias, hospitales, institutos, en fin, cualquier cantidad de plazas burocráticas para engrasar la maquinaria que permitió la aprobación de un segundo periodo presidencial, en últimas, esa ha sido la forma de hacer en política en Colombia desde que Bolívar permitió el cambio de un orden monárquico a uno presidencial. ¿Cuál es la sorpresa entonces? Este es un problema moral más que político, la justificación de los medios para logran un fin, y por esta vía aparecen entonces la para-política, el proceso 8000, la guerra de guerrillas, el supuesto fraude electoral de Pastrana (Misael) y todos los males y escándalos políticos desde los tiempos de Bolívar y Santander. ¿Será que no tenemos remedio? Lo que si me queda claro es que el fallo Yidis más que aleccionar desestabiliza.

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