A propósito de la muerte de Tirofijo, es prudente que tanto el gobierno (en especial el ruidoso ministro Santos) y nosotros, la sociedad civil, no cantemos victoria. Si la muerte de Marulanda Vélez es un hecho, no significa que las FARC estén acabadas, el impacto de su muerte es contundente, de eso no hay duda, es un golpe a la unidad del grupo guerrillero en un momento difícil, muy difícil como lo es este. El deceso del guerrillero septuagenario no es el sinónimo del fin del grupo armado, sin embargo, si se le suma la ofensiva del gobierno colombiano va a significar un cambio en el orden y proceder de las FARC.Con esta muerte, anticipo una profunda crisis en la que algunos comandantes armarán rancho aparte, a pesar del riesgo que significa salirse de las filas. También, la moral de los combatientes encontrará su punto más bajo, sin duda, Tirofijo era el icono por excelencia de la base armada del grupo. A pesar de esto, hoy no tiene la fuerza suficiente para convertirse en leyenda, quienes mueren en la cúspide de su obra, trascienden a leyenda, Tirofijo por el contrario, estaba en franca decadencia.
Finalmente, esta es una oportunidad única, lo que muchos presidentes esperaron con tanta ansiedad, finalmente se le dio a Uribe que parece caer parado siempre, y por eso es preciso capitalizarla, sin cantar victoria, sin desfallecer en la tarea emprendida hace 6 años se debe continuar, no va a ser el fin de las FARC, en Colombia nunca vamos a vivir en paz, pero si es la oportunidad de devolver el conflicto con este grupo a su justa medida.
sábado, 24 de mayo de 2008
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